El ruido térmico (tambien conocido como ruido de Johnson o ruido de Nyquist) es eléctrico y es producido por la energía interna de la materia, se genera por la agitación térmica de los portadores de carga (generalmente electrones dentro de un conductor) en equilibrio. Como se recordará, el movimiento browniano de las partículas produce energía que en general se disipa en modo de calor. Pero una parte de ella funciona como interferencia eléctrica. Nyquist, de los laboratorios Bell, observó en 1928 que la interferencia eléctrica era proporcional a la agitación de electrones proveniente de lo que denominó “energía browniana”, y estableció la base para el cálculo. Entre las características más sobresalientes del ruido térmico, prevalecen que es aleatorio, porque los electrones agitados por la energía browniana tienen un movimiento aleatorio; es blanco, denominación que recibe por analogía con la luz blanca, al estar presente en todas las frecuencias; y es resistivo, porque depende lineal y directamente de la resistividad del material. El ruido térmico recibe el nombre alternativo de ruido plano, porque su respuesta o su densidad espectral de potencia es plana y depende diréctamente de la resistencia y de la temperatura (en ºK).
Mientras más baja es la temperatura, más bajo es el ruido térmico. Un exceso de ruido térmico puede provocar fallas en un dispositivo.
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