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sábado, 29 de mayo de 2010

Microondas en la salud!

Hoy existen evidencias científicas suficientes para afirmar que la radiación indiscriminada de microondas, que genera la red de telefonía móvil sobre la población, tiene efectos biológicos indeseables e introduce un riesgo inaceptable para la salud pública. Mientras tanto los informes oficiales concluyen que la radiación que origina el uso de los teléfonos móviles y las antenas asociadas no provoca daños a las personas, aunque recomiendan más estudios e investigaciones. Los claros vínculos de algunos de estos organismos oficiales con las grandes empresas de telecomunicaciones condicionan sus investigaciones, pero nuevas normativas, en diversos países y las recientes condenas judiciales por contaminación electromagnética, están cambiando el vacío legal existente en las telecomunicaciones.

Efectos biológicos de la telefonía móvil

La radiación de un teléfono móvil supera 3 millones de veces la radiación natural (Natural Sun), y durante su uso la antena emisora - receptora se sitúa literalmente pegada al cerebro. La emisión de microondas, muy cerca de nuestro cráneo, acelera nuestras ondas cerebrales al límite del estrés, y puede tener muchos otros efectos biológicos, como se señala más adelante.
 

Hoy la cobertura de la red de telefonía móvil es casi total en todo el territorio nacional -hasta el 90-95% según compañías- y esta telaraña tecnológica crea una polución de radiofrecuencias que invaden todo el espacio radioeléctrico, generando múltiples efectos ambientales y biológicos. Muchos informes científicos alertan de los riesgos de la contaminación electromagnética y especialmente de las microondas, utilizadas en emisiones de televisión, radares y telefonía móvil, pero también en informática (chips) y en múltiples dispositivos electrónicos (wireless).

En exposición continuada, a largo plazo, con el uso del móvil o expuestos a las antenas repetidoras, muchos científicos encuentran daños en la membrana celular (flujo de iones Ca, K, Na), efectos sobre el sistema inmunitario con pérdida de defensas, e incluso alteración del ADN, con destrucción de cromosomas, y rotura de enlaces simples y dobles. Se ha encontrado incremento de tumores en cobayos de laboratorio (animales de prueba); se ha relacionado el uso del móvil con el cáncer de piel, y puede ser causa de tumores cerebrales (permeabilidad cerebral); también se ha vinculado con el Parkinson y con el riesgo de potenciar o acelerar la aparición de la demencia de Alzheimer.

Asi sostiene  Darío Acuña Castroviejo -catedrático de Fisiología de la Universidad de Granada e investigador español de prestigio internacional quien asevera -una vez más- que estar expuesto a radiaciones electromagnéticas puede provocar trastornos neurológicos (irritabilidad, cefalea, astenia, hipotonía, síndrome de hiperexcitabilidad, somnolencia, alteraciones sensoriales, temblores y mareos), mentales (alteraciones del humor y del carácter, depresiones y tendencias suicidas), cardiopulmonares (alteraciones de la frecuencia cardiaca, modificaciones de la tensión arterial y alteraciones vasculares periféricas), reproductivos (alteraciones del ciclo menstrual, abortos, infertilidad y disminución de la libido sexual), dermatológicos (dermatitis inespecíficas y alergias cutáneas), hormonales (alteraciones en el ritmo y niveles de melatonina, substancias neurosecretoras y hormonas sexuales) e inmunológicos (alteraciones del sistema de inmunovigilancia antiinfecciosa y antitumoral) además de incrementar el riesgo de cáncer, especialmente leucemias agudas y tumores en el sistema nervioso central en niños.

Asi mismo cabe añadir el último trabajo del profesor José Luis Bardasano, Presidente de la Fundación Europea de Bioelectromagnetismo y Ciencias de la Salud, quien presentó un trabajo demostrando que usar el teléfono móvil directamente pegado a la oreja modifica los parámetros del cerebro afectado a su funcionamiento. Y uno puede optar por no usar el móvil pero millones de personas están siendo sometidas sin posibilidad de evitarlo a multitud de radiaciones -especialmente las generadas por los centros de transformación, las torres de alta tensión y las antenas de telefonía- sencillamente porque las autoridades lo permiten a pesar de que ninguna empresa eléctrica o de telefonía ha podido demostrar jamás científicamente su inocuidad. Antes bien, existen centenares -si no miles- de trabajos científicos que demuestran su peligrosidad.


Todos somos sensibles a las microondas, pero el peligro potencial frente a los campos electromagnéticos es mayor para la "población de alto riesgo", como embarazadas, bebés y niños que presentan un peligro estadístico mucho mayor (hasta en centenares de veces).

El riesgo también se incrementa en enfermos, ancianos y, más aún, en las personas ultrasensibles, el colectivo de "alérgicos a la electricidad" que puede presentar respuestas biológicas con dosis de radiación hasta mil veces menores.



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